El poema es la máquina que, mediante una suerte de contaminación o trasplante espiritual que requiere de procedimientos artísticos, produce en el lector un sentimiento que concierne en exclusiva al escritor. Así las cosas, la lectura de Tan callando no solo nos desvela la sustancia de un personaje, el padre del autor, sino que nos convoca también al dolor de una pérdida que, inicialmente suya, nos hace vivirla, revivirla o suponerla a quienes nos asomamos a la ventana de estos versos.